Al esplendor de un Estado musulmán ilustrado y guía le sucede un período de dudas, tensiones y desacuerdos. El pensamiento se debilita, la ignorancia amenaza. Luego llegan potencias extranjeras que cuestionan una dominación arrogante. El islam, poco a poco, deja de ser la religión oficial de todos los musulmanes: mientras los califatos agonizan, los musulmanes, siguiendo las rutas comerciales, se instalan en tierras lejanas y extranjeras.