Detrás del velo de la ignorancia, está la revelación. Una pantalla de luz da la bienvenida al visitante, se escucha un sonido, como un corazón que late. El visitante se acerca a la luz; esta se vuelve demasiado intensa, el sonido toma un ritmo inquietante. Entonces retrocede y contempla… Y este consejo, como una orden, fue el primero que recibió el Profeta cuando la revelación le llegó a través del ángel Gabriel: “¡Lee!”.